“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes acerca de vosotros mismos; que la ceguedad en parte aconteció en Israel, para que entre tanto entrase la plenitud de los gentiles; Y así todo Israel fuese salvo; como está escrito: Vendrá de Sión el Libertador, que quitará de Jacob la impiedad; (Romanos 11:25) "para que sepas cómo convenga conversar en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Dios viviente, columna y base de La verdad.” (1 Timoteo 3:15)
Para tener el entendimiento correcto y evitar posiciones equivocadas, necesitamos revisar en las Escrituras quién está actualmente al frente en el Plan Divino: La Iglesia o Israel. En la actualidad, en la era de la dispensación de la Gracia, la Iglesia está establecida delante de Israel. La Iglesia fue el nacimiento del Israel Espiritual de Dios, según la promesa divina, y está compuesta por los Elegidos de la Gracia, los que creen en la Promesa de Salvación Eterna por medio de Jesucristo, Hijo de Dios y Mesías manifestado en Poder según a las Promesas de las Escrituras. Los Elegidos de la Gracia vienen tanto de Israel como de los gentiles, porque después de la obra espiritual, muerte y resurrección de Jesús ya no hay separación. Hasta la manifestación del Reino de Dios en plenitud, se establece el Ministerio de la Iglesia. La Iglesia es el Israel Espiritual de Dios, donde no hay acepción de personas, y de todos los que temen el nombre de Dios, por Cristo, venido de todos los pueblos, porque la salvación, que vino de los judíos, está destinada a alcanzar a todos pueblos, según la promesa hecha a Abraham, que dice: "En ti serán benditas todas las familias de la tierra" (Génesis 12:3). Se establece el Ministerio de la Iglesia hasta la venida celestial visible de Cristo y la restauración absoluta del pueblo físico de Israel, donde habrá total unidad entre el Israel físico y la Iglesia Verdadera, que son los que han creído en el Evangelio y son espiritualmente nacidos de Dios. En el Reino de Dios todos los salvos serán un solo pueblo. Después del regreso glorificado y visible de Jesús, todos los que forman parte del Reino de Dios, los elegidos y salvados por la fe, de entre Israel y de todos los pueblos, redimidos y resucitados para siempre en gloria incorruptible, servirán a Dios y a Cristo en Su Reino y todos serán un solo pueblo por los siglos de los siglos.
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