Hermanos, nadie tiene el poder de cambiar el corazón humano sino Dios. Pero es necesario decir una cosa: si el mundo va de mal en peor, cada vez más sumergido en las tinieblas de la corrupción y el pecado, la Iglesia tiene una gran responsabilidad en esto, porque ella es la extensión viva del Reino de Dios, columna y defensa de la verdad en la Tierra. Si la Iglesia de Cristo, que no está en los templos sino en los corazones transformados por la fe, si la Iglesia no se levantar como la primera en arrepentirse del pecado y convertirse, y si no se levantar en la humillación, en la oración y en el clamor a Dios para la salvación de las almas y la transformación del mundo, ninguna otra institución terrena podrá llevar el Evangelio del Reino de Dios y su luz a los hombres, para frenar el mal del pecado, la decadencia espiritual y la perdición entre los naciones. La Iglesia Verdadera es la actual portadora del Reino de Dios en la Tierra. Si la Iglesia no tiene el Poder de Dios y el Verdadero Evangelio, y si no lleva la Palabra de Salvación al mundo, su candelero le será quitado, las almas se perderán y el mundo se hundirá en la incredulidad. La Iglesia debe humillarse y convertirse a Dios, con gran clamor y lágrimas, buscando el Espíritu Santo, y debe levantarse en oración, luchando no contra los hombres, sino por el testimonio y la predicación de la verdad, para que el Evangelio alcance las naciones y el Reino de Dios avance tomando potestades y tronos espirituales para honra y gloria del Nombre del Señor entre los pueblos.
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