“Porque en él vivimos, nos movemos y existimos”. (Hechos 17:28)
El mundo de estos tiempos de angustia sigue viviendo precipitadamente, hambriento de paz y ávido de éxito material, a un ritmo competitivo y desesperado hacia lo desconocido. Pero la vida, después de todo, sí puede tener un sentido, aunque este mundo esté caído, en el que han entrado el pecado, la corrupción y la muerte. Todavía hay un camino posible hacia la vida que todos los que lo buscan pueden seguir. Todavía tenemos la posibilidad de hacer una elección libre. El poder que mueve la vida no nos pertenece. En el estado en que nos encontramos, el bien y el mal habitan dentro de cada uno de nosotros, pero aún tenemos la posibilidad de elegir nuestro futuro, porque algo de lo alto se ha hecho por nosotros. Existe la posibilidad de que nos cambiemos a nosotros mismos, creamos en la esperanza y elijamos el camino del amor y la verdad, que es el camino de la luz.
Pero una cosa está clara, aunque debemos tener los ojos abiertos y ser sabios para vivir, de nada sirve desesperarnos por nuestra frágil y crítica condición, al borde de un abismo. El mayor poder no está en nuestras manos. No hay ansiedad ni desesperación que nos sostenga. El dominio de la vida no viene de nosotros mismos. Somos criaturas mortales y limitadas, colocadas dentro de una cápsula de Prueba de Fe para ser probadas, si elegimos creer en la verdad para seguir el camino de Nuestro Creador o si nos rebelamos para hacer el mal. Todo lo que depende de nosotros es creer, ser conscientes y hacer el bien. El poder que puede liberarnos y salvarnos para la vida venidera está en manos de Aquel que es Mayor que Todo, el Gran Padre de la Luz. Él tiene dominio sobre todo. Él es la verdadera vida, nuestro mover y nuestra existencia.
Todo lo que depende de nosotros, en esta batalla presente, es arrepentirnos del mal y creer en los testimonios de los Actos de Justicia de Dios, que están en la Creación, y que Él también realiza a través de las edades, y que prueban Su poder.
Él está por encima de todo, por encima de toda existencia, poder y dominio. El hecho de que todo existe es el hecho de todo lo que Él es.
Él es el único en quien hay salvación y liberación. El Padre Celestial es quien da existencia a todo lo que vive y se mueve, por la fuerza infinita que procede de su Omnipotente Espíritu de Vida y Poder. Él hizo algo por nosotros. Él nos ha dado poderosa salvación a través de Cristo si creemos en Su Nombre.
La vida es algo que viene de la eternidad. Vivir y ser es más que existir en un tiempo fugaz. El ser existe y emana de la Vida Eterna de Dios. Sólo los que están en Dios tienen vida verdadera. El hombre, en el principio, fue tentado, cayó y se separó de la vida de Dios, pero hubo una providencia de salvación para él, porque Jesucristo vino a nosotros y pagó la deuda de nuestros pecados. Quien acepte la salvación por la Fe en el testimonio del Hijo de Dios será admitido de nuevo a partir de este día en Su Reino Celestial de Justicia y Paz, que tiene como centro la Eternidad, en un espíritu nuevo, y resucitará en el último día, y vivirá para siempre.
Dios está dentro de cada uno de nosotros.
Existimos dentro de él, aunque no todos permanezcamos con él. El Todopoderoso es Amor en el Ser y la Existencia. Él ha hecho algo por el mundo y quiere que todos lo miren a Él y crean en Su Palabra para ser salvos, convirtiéndose en Sus hijos. Cristo nos devuelve a la vida, y la vida es la fuerza de todo. El mismo Padre Eterno posee una vida infinita y vive para siempre. La vida existe por la verdad, y la verdad es lo que libera la vida. Todo existe por la verdad, aunque no todos aceptan la verdad.
El Eterno es la fuente sustentadora de toda fuerza y de toda vida, y todo es creado y sostenido por el poder de Su Palabra.
Él puede y quiere ser conocido, a través de Su Palabra ya través de las manifestaciones de la Creación, aunque Su existencia sea inexplicable. Debemos buscarlo, conocerlo y aprender quién es Él: Amoroso, Bondadoso, Fiel, Misericordioso, Perdonador, así como Justo y Santo, el Gran Juez de todos los reinos de la Creación. Simplemente no depende de nosotros tratar de comprender el gran misterio de la Existencia del Todopoderoso, que es inalcanzable y exclusivo solo para Él, según Su Eterno Poder. Él nos creó en el principio y, aún después de nuestra caída, nos dio una posibilidad de salvación, una salvación que Él está obrando en todos los que están dispuestos y miran a Cristo. El poder y la salvación le pertenecen. De nosotros depende creer en Su Palabra, sometiéndonos a Su Reino, caminando en la luz, amando al prójimo y practicando la verdad. Nos basta a nosotros los mortales, en proceso de redención por Su gran amor, nos basta saber que no tenemos poder propio, que vivimos y existimos dentro de Él, y Él dentro de nosotros, si sólo dar nuestros corazones para creer en Su Sublime Amor y Existencia, aunque suframos un poco por causa de la justicia, haciendo el bien.
Somos la corona de Su creación de este universo, y si existimos es porque ante todo Él existe dentro de nosotros. Él sostiene la Tierra y el Universo por Su Palabra. Él nos da el Sol, el oxígeno y las lluvias para la Tierra, y la inspiración para la vida y el bien. Él sostiene nuestro ser, vivir y nos da conciencia y entendimiento, por Su bendito Poder y Gracia, aunque todavía somos pecadores.
Por lo tanto, si aún vivimos y existimos, aunque seamos malos, es por su gran bondad y amor, y porque no nos ha desamparado y nos ha provisto una poderosa salvación, en Cristo, y Él es poderoso para salvarnos todos los que lo acepten Su amor, que está en Su Hijo. Él continúa extendiendo Sus manos a todos los que humildemente toman una posición de Fe con Él. Él es el sustentador de la vida. Todo vive en Él, y Él está en todo.
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