"Porque por él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por él y en él." (Colosenses 1:16)
Jesucristo es el Hijo de Dios, que sobreexiste sobre todo con el Padre desde antes de la aparición de la primera chispa de luz en los universos eternos. Él es el Centro y Pilar de la Creación, en los reinos de la Eternidad y en la dimensión subtemporal de la Tierra. Él es el Centro de la historia humana y el Ejecutor de la Obra de la Redención del Hombre. Él es el Primogénito de la Creación. En él y por él fueron creadas todas las cosas, visibles e invisibles, tronos, potestades y dominios, en el cielo y en la tierra, y por él todas las cosas se sustentan y mantienen. Él es la Palabra de Dios, el Unigénito Elegido del Padre y el Heredero de todas las cosas, el Alfa y Omega en unidad con el Padre. Por el amor de nosotros, Él descendió al mundo y se hizo carne, revistiéndose de nuestra plena humanidad, haciéndose legítimamente como uno de nosotros, aunque sin pecado, para convertirse en Emanuel, Dios que vive entre nosotros, por su indestructible unidad con el Padre. Caminó sobre la Tierra y habitó entre nosotros, tocándonos las manos y hablando audiblemente con los mortales vivientes de esta cápsula existencial, manifestada en esta plena dimensión tangible en la que vemos al Sol. Estuvo corporalmente entre nosotros, nos dio el Testimonio de la Verdad, cumplió la justicia de Dios, predicó el Evangelio de la Paz y anduvo haciendo el bien, trayéndonos el Reino de los Cielos y la Luz Verdadera. Y habiendo manifestado al mundo el Testimonio de la Justicia y del Reino de Dios, habiendo cumplido plenamente la única vida perfecta que habrá entre nosotros, aunque era inocente, justo y santo, dio Su Vida como ofrenda a Dios en nuestro lugar como precio pagado de la redención por nuestros pecados. Y habiendo conquistado todo, resucitó victorioso al tercer día, conquistando la posibilidad del perdón de los pecados del mundo, entre los que se arrepienten y aceptan su ofrecimiento de Vida, una nueva posibilidad de arrepentimiento y salvación para todos los que creen en Su Nombre a través de la Fe en el Testimonio del Poder y la Palabra de Dios. Es el Hijo de Dios, del Eterno y Bendito Padre Creador. El es digno de todo honor y gloria, en el cielo y en la tierra. Él murió por los pecadores, pero conquistó todas las cosas y resucitó, y he aquí vive para siempre, sentado a la diestra de Dios. Él es el mismo eternamente, Él es Verdadero, Fiel y Justo. A Él le ha sido confiado todo el poder de Dios en el Cielo y en la Tierra. Él es digno de fe y confianza. Él, aun siendo Dios, el Dios Hijo, se hizo hombre, experimentó la muerte y venció por amor a todos los que creen. Él es digno de que lo reconozcas, lo magnificéis y le deis toda la gloria, sometiéndote a Su Poder y Señorío. Él es Fiel y Todopoderoso para darte liberación, protección y aliento. Él puede conduciros por el Camino de la Verdadera Victoria sobre el mal, por el Camino de la Plenitud y de la Vida. Él puede sacarte de las tinieblas y transportarte a Su Espléndido y Victorioso Reino de Luz y Amor, desde el momento presente, en tu corazón, si tan solo te arrepientes del camino de las tinieblas y crees en Su Palabra, que es el gran Llamado del Cielo que implora a todos los hombres que se entreguen al Poder de Dios y a Su Reino, por medio del arrepentimiento, y crean en el Testimonio de Su Justicia que trae la Salvación que es para la vida presente y se completa en el tiempo futuro en el tiempo de la venida final del Reino de los Cielos a la Tierra y del fin de los tiempos.
Jesucristo es el Hijo de Dios, que sobreexiste sobre todo con el Padre desde antes de la aparición de la primera chispa de luz en los universos eternos. Él es el Centro y Pilar de la Creación, en los reinos de la Eternidad y en la dimensión subtemporal de la Tierra. Él es el Centro de la historia humana y el Ejecutor de la Obra de la Redención del Hombre. Él es el Primogénito de la Creación. En él y por él fueron creadas todas las cosas, visibles e invisibles, tronos, potestades y dominios, en el cielo y en la tierra, y por él todas las cosas se sustentan y mantienen. Él es la Palabra de Dios, el Unigénito Elegido del Padre y el Heredero de todas las cosas, el Alfa y Omega en unidad con el Padre. Por el amor de nosotros, Él descendió al mundo y se hizo carne, revistiéndose de nuestra plena humanidad, haciéndose legítimamente como uno de nosotros, aunque sin pecado, para convertirse en Emanuel, Dios que vive entre nosotros, por su indestructible unidad con el Padre. Caminó sobre la Tierra y habitó entre nosotros, tocándonos las manos y hablando audiblemente con los mortales vivientes de esta cápsula existencial, manifestada en esta plena dimensión tangible en la que vemos al Sol. Estuvo corporalmente entre nosotros, nos dio el Testimonio de la Verdad, cumplió la justicia de Dios, predicó el Evangelio de la Paz y anduvo haciendo el bien, trayéndonos el Reino de los Cielos y la Luz Verdadera. Y habiendo manifestado al mundo el Testimonio de la Justicia y del Reino de Dios, habiendo cumplido plenamente la única vida perfecta que habrá entre nosotros, aunque era inocente, justo y santo, dio Su Vida como ofrenda a Dios en nuestro lugar como precio pagado de la redención por nuestros pecados. Y habiendo conquistado todo, resucitó victorioso al tercer día, conquistando la posibilidad del perdón de los pecados del mundo, entre los que se arrepienten y aceptan su ofrecimiento de Vida, una nueva posibilidad de arrepentimiento y salvación para todos los que creen en Su Nombre a través de la Fe en el Testimonio del Poder y la Palabra de Dios. Es el Hijo de Dios, del Eterno y Bendito Padre Creador. El es digno de todo honor y gloria, en el cielo y en la tierra. Él murió por los pecadores, pero conquistó todas las cosas y resucitó, y he aquí vive para siempre, sentado a la diestra de Dios. Él es el mismo eternamente, Él es Verdadero, Fiel y Justo. A Él le ha sido confiado todo el poder de Dios en el Cielo y en la Tierra. Él es digno de fe y confianza. Él, aun siendo Dios, el Dios Hijo, se hizo hombre, experimentó la muerte y venció por amor a todos los que creen. Él es digno de que lo reconozcas, lo magnificéis y le deis toda la gloria, sometiéndote a Su Poder y Señorío. Él es Fiel y Todopoderoso para darte liberación, protección y aliento. Él puede conduciros por el Camino de la Verdadera Victoria sobre el mal, por el Camino de la Plenitud y de la Vida. Él puede sacarte de las tinieblas y transportarte a Su Espléndido y Victorioso Reino de Luz y Amor, desde el momento presente, en tu corazón, si tan solo te arrepientes del camino de las tinieblas y crees en Su Palabra, que es el gran Llamado del Cielo que implora a todos los hombres que se entreguen al Poder de Dios y a Su Reino, por medio del arrepentimiento, y crean en el Testimonio de Su Justicia que trae la Salvación que es para la vida presente y se completa en el tiempo futuro en el tiempo de la venida final del Reino de los Cielos a la Tierra y del fin de los tiempos.
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