"El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; mas el que al Hijo es incrédulo, no verá la vida, sino que la ira de Dios permanece sobre él." (Juan 3:36)
"Estas cosas he escrito a vosotros que creéis en el Nombre del Hijo de Dios; para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el Nombre del Hijo de Dios." (1 Juan 5:13)
La Vida Eterna es algo que, en Jesucristo, se da a todos los que creen, para ser conquistado, en espíritu, desde este día en adelante. Tampoco la muerte natural del cuerpo físico, por la que todos tienen que pasar al final, cambiará esta promesa. La Vida Eterna es algo dado para ser vivido desde hoy, en una nueva vida interior transformada, regenerada, renacida, resucitada y victoriosa, en un espíritu nuevo, engendrado de Dios en Cristo, en una vida de Buen Testimonio, de Obediencia y de Victoria en los Caminos de la Luz y en el Buen Combate de la Fe. Es cierto que esto no significa todavía perfección absoluta o impecabilidad mientras aún en vida, sino vida espiritual nueva, de esencia incorruptible, por la cual somos engendrados de nuevo, en Cristo, en una naturaleza espiritual nueva y vivificada, por el cual tendremos un corazón nuevo para ser como Cristo, y que tengamos poder para andar conforme a la voluntad de Dios, en los caminos de la justicia y de la verdad, en santificación y en el temor de Dios, para que luchemos y tengamos victoria paso a paso sobre el pecado, sobre el mal y sobre el mundo, luchando sólo en el Campo de la Fe y de la Obediencia a la Palabra de Dios, por esta nueva vida interior, por el Nombre de Jesús. La transformación de todos los que han oído la Palabra de Dios, creído en su Testimonio y recibido a Cristo se realiza y debe realizarse en la vida, aunque se desarrolle progresivamente, en un crecimiento paso a paso hacia la plenitud de Dios, en una vida y en un camino de fe y obediencia al Señor, porque desde el momento de la conversión y del arrepentimiento se genera una nueva naturaleza y un nuevo espíritu en el corazón de quien tuvo los ojos abiertos para ver la verdadera luz y creer en el Evangelio. El primer objetivo del cristiano debe ser entrar en el Camino de la Lucha de la Fe, que es sólo por la perseverancia en la Fe y la Obediencia a los mandamientos de Dios, para que este camino supere los Test y Pruebas de la Salvación para así obtener la Aprobación Soberana y la Victoria Definitiva en el Testimonio del Reino de Dios para la Prueba de la Vida Eterna, que exalta y glorifica el Nombre de Dios por la manifestación de Su Inmutable Victoria y Verdad en Cristo Jesús. Después de vencer las pruebas de las tribulaciones y de la obediencia para la gloria de Dios, si el verdadero combatiente de Dios alcanza la Prueba de la Salvación, venciendo la Carrera de la Fe con paciencia y perseverancia en los Caminos de la Justicia, siendo sumiso y obediente hasta el fin, la Vida La eterna habrá sido confirmada sobre este Salvado y Elegido de la Gracia aún en vida, hasta el día en que reciba la victoria final de la Lucha de la Fe y la corona de gloria, donde sólo vencedor podrá salir de este mundo, para la entrada permanente a los dominios eternos del Reino Celestial y Superexistencial de Dios, donde esperará en gloria la futura resurrección corporal incorruptible con motivo de la segunda venida de Cristo para establecer permanentemente el Reino Visible de Dios que reinará por siempre también en la Tierra entre los redimidos.
"Estas cosas he escrito a vosotros que creéis en el Nombre del Hijo de Dios; para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el Nombre del Hijo de Dios." (1 Juan 5:13)
La Vida Eterna es algo que, en Jesucristo, se da a todos los que creen, para ser conquistado, en espíritu, desde este día en adelante. Tampoco la muerte natural del cuerpo físico, por la que todos tienen que pasar al final, cambiará esta promesa. La Vida Eterna es algo dado para ser vivido desde hoy, en una nueva vida interior transformada, regenerada, renacida, resucitada y victoriosa, en un espíritu nuevo, engendrado de Dios en Cristo, en una vida de Buen Testimonio, de Obediencia y de Victoria en los Caminos de la Luz y en el Buen Combate de la Fe. Es cierto que esto no significa todavía perfección absoluta o impecabilidad mientras aún en vida, sino vida espiritual nueva, de esencia incorruptible, por la cual somos engendrados de nuevo, en Cristo, en una naturaleza espiritual nueva y vivificada, por el cual tendremos un corazón nuevo para ser como Cristo, y que tengamos poder para andar conforme a la voluntad de Dios, en los caminos de la justicia y de la verdad, en santificación y en el temor de Dios, para que luchemos y tengamos victoria paso a paso sobre el pecado, sobre el mal y sobre el mundo, luchando sólo en el Campo de la Fe y de la Obediencia a la Palabra de Dios, por esta nueva vida interior, por el Nombre de Jesús. La transformación de todos los que han oído la Palabra de Dios, creído en su Testimonio y recibido a Cristo se realiza y debe realizarse en la vida, aunque se desarrolle progresivamente, en un crecimiento paso a paso hacia la plenitud de Dios, en una vida y en un camino de fe y obediencia al Señor, porque desde el momento de la conversión y del arrepentimiento se genera una nueva naturaleza y un nuevo espíritu en el corazón de quien tuvo los ojos abiertos para ver la verdadera luz y creer en el Evangelio. El primer objetivo del cristiano debe ser entrar en el Camino de la Lucha de la Fe, que es sólo por la perseverancia en la Fe y la Obediencia a los mandamientos de Dios, para que este camino supere los Test y Pruebas de la Salvación para así obtener la Aprobación Soberana y la Victoria Definitiva en el Testimonio del Reino de Dios para la Prueba de la Vida Eterna, que exalta y glorifica el Nombre de Dios por la manifestación de Su Inmutable Victoria y Verdad en Cristo Jesús. Después de vencer las pruebas de las tribulaciones y de la obediencia para la gloria de Dios, si el verdadero combatiente de Dios alcanza la Prueba de la Salvación, venciendo la Carrera de la Fe con paciencia y perseverancia en los Caminos de la Justicia, siendo sumiso y obediente hasta el fin, la Vida La eterna habrá sido confirmada sobre este Salvado y Elegido de la Gracia aún en vida, hasta el día en que reciba la victoria final de la Lucha de la Fe y la corona de gloria, donde sólo vencedor podrá salir de este mundo, para la entrada permanente a los dominios eternos del Reino Celestial y Superexistencial de Dios, donde esperará en gloria la futura resurrección corporal incorruptible con motivo de la segunda venida de Cristo para establecer permanentemente el Reino Visible de Dios que reinará por siempre también en la Tierra entre los redimidos.
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