Nuestra fuente de fortaleza viene de Dios, y Dios habita dentro de nosotros: “El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada con él.” (Juan 14:23). No debemos mirar lo que sucede a nuestro alrededor, porque entonces perderemos la fe. Pero debemos mirar a Jesús, que habita en nosotros, los que creemos en Él, y nuestra fe se fortalecerá.
Dios también obra de esta manera para que aprendamos a confiar en Él y no en nosotros mismos; porque dependemos totalmente de Él, como vasos de barro, frágiles, pero protegidos por Él mismo: “Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nuestra parte”. (2 Corintios 4:7). Lo que importa es que tengamos el corazón totalmente rendido al Señor.
Por lo tanto, siempre podemos estar de buen ánimo y contentos en todas las circunstancias, ya sea que seamos débiles o fuertes, ¡porque el Señor es la fortaleza de nuestras vidas! ¡Y todo lo podemos en Cristo que nos fortalece!
“Prefiero gloriarme en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. (2 Corintios 12:9)”
martes, 26 de abril de 2022
Sacando Fuerza de la Debilidad
"Por eso me deleito en las debilidades, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones, en las angustias por causa de Cristo. Porque cuando soy débil, de hecho soy fuerte". (2 Corintios 12:10)
A menudo nos sentimos débiles. Hay momentos en que nuestras fuerzas realmente parecen haberse agotado, cuando pelea tras pelea nos sentimos cansados y deprimidos. Las adversidades de las circunstancias nos abruman y estamos tentados a rendirnos. Pero en vez de desanimarnos, es en estos momentos que podemos levantarnos y vencer al enemigo; porque en nuestras debilidades la fuerza de Dios se hace mayor en nuestras vidas. No debemos pensar que somos fuertes cuando todo va bien, cuando las cosas van bien. Dios usa las dificultades para fortalecernos; es como un soldado, si no ha tenido un duro entrenamiento, no estará listo para la guerra, y su entrenamiento debe continuar para que no pierda fuerza. No necesitamos aceptar las mentiras del Príncipe de las Tinieblas, él quiere hacernos creer que estamos derrotados, que todo está perdido, que nuestras fuerzas se han ido y que por eso ha llegado nuestro fin. Pero podemos descansar en el Señor Jesús y escuchar Sus palabras de consuelo: “Mi gracia te basta, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. (2 Corintios 12:9). La gracia del Señor es suficiente para nosotros, como un océano es suficiente para un pequeño pez. Abarca todo lo que necesitamos y satisface todas nuestras necesidades. Por eso no debemos mirar a nuestra propia fuerza, sino a la fuerza de Aquel que tiene Todo el Poder en el cielo y en la tierra. Él nos sostendrá con su brazo fuerte en cada situación. Aunque caminemos en un desierto seco y abrasador, Él nos sustentará y fortalecerá; y si es necesario, ¡hará brotar agua de la roca y hará llover pan del cielo!
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