Profetas Bajo la Gracia

"Porque la ley por Moisés fue dada, mas la gracia y la verdad por Jesús, el Cristo, fue hecha." (Juan 1:17)

"Y si el ministerio de muerte en la letra grabado en piedras, fue para gloria, ¿Cómo no será para mayor gloria el ministerio del Espíritu?" (2 Corintios 3:7,8)

Los profetas del Antiguo Testamento profetizaron bajo juicio de muerte, entendiendo que estaban sujetos al juicio divino total, en sacrificio absoluto y sin perdón por el fracaso, aunque eran santos siervos de Dios, por las exigencias del antiguo pacto y el estado de la mundo aún en total oscuridad lo exigieron. Con la plena manifestación de Cristo y la Consumación de la Obra de la Redención, el pueblo de Dios, entre todos los que aceptan la Salvación por la Fe, pasó a vivir bajo la Alianza de la Gracia, en la Sangre de Jesús. Los profetas del Nuevo Testamento ministran bajo el Juicio de la Gracia. No digo que ahora tengan derecho a errar, pero el peso de la muerte ya ha sido levantado por Jesús, y la Iglesia vive bajo el Reino de la Gracia, donde el Evangelio de la Paz y la Victoria Eterna y ya consumada del Señor se anuncian no para condenación, sino para el perdón, salvación, sanidad y liberación de todos los que creen. No para condenación, sino para los rebeldes e incrédulos al Evangelio de tan sublime y grandiosa Obra de Salvación. El profeta del Nuevo Testamento también puede juzgar y advertir, pero siempre con el propósito de instruir y salvar, y no de causar conflictos, destrucción y desesperanza a la Iglesia. El profeta del Nuevo Pacto es miembro y dentro de la Iglesia, está bajo el señorío de Cristo, por el Espíritu Santo, bajo la autoridad de los apóstoles y todavía está sujeto a la Palabra Escrita, bajo los mandamientos de Cristo, y los primeros apóstoles y profetas Es un ministerio preparado, llamado y dado por Dios, por medio del Espíritu Santo, para la edificación de la Iglesia. Recordando que Dios no libera profetas ni ninguno de los cinco ministerios mayores (Efesios 4:11) sin una vida de buen testimonio y prueba de Fe del obrero aprobado (2 Timoteo 2:15).