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lunes, 6 de junio de 2022

Razón y Redención

"Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita en eternidad, y cuyo nombre es El Santo, que tengo por morada la altura y la santidad;" (Isaías 57:15)
 
"Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." (João 3:16)
 
Muchas personas sufren la llamada crisis existencial. Es un sentimiento de vacío, tormento y falta de sentido para vivir y estar en el mundo. Es un sentimiento de falta de dirección y sentido sobre quiénes somos, dónde estamos y para qué existimos, lo que provoca una profunda depresión y desánimo ante la vida. Esta es la falta de comprensión de los propósitos de Dios, de los planes existenciales en los que vivimos, y de comprensión de la condición actual del Universo en el que estamos. No falta nada en la Palabra de Dios para todo lo que necesitamos saber. Por encima de lo revelado, son misterios que están más allá de nuestra comprensión, que no necesitamos saber ahora, y que solo en la vida futura serán revelados. Primero, debemos saber que nada existe sin un propósito. Dios creó todo con suprema sabiduría, propósito y razón. Si estamos aquí es porque tenemos un propósito muy serio y un futuro final aún no definido para nuestra existencia presente. Fuimos creados para Alabanza de la Gloria de Dios, y para Exaltar la Suprema Excelencia de Su Eterna Grandeza. La Gloria de Dios es el fin último de toda existencia y el sentido de todo lo que vive. Debemos entender, sin embargo, que Dios ha dado libre albedrío, pensamiento propio y autoconciencia a los seres que Él creó con el aliento de Su Propia Vida, y los ha facultado con la facultad de juzgar y elegir por su propia voluntad. Los seres creados juzgan por su propia interpretación, tanto que les es posible optar por rechazar y despreciar el Juicio y la Persona del Creador mismo, si así lo interpretan. Pueden tanto justificar como glorificar y despreciar al Creador. Este es el designio de Dios, y así lo ha determinado Él por Su Soberana Voluntad, porque la Creación es de infinitas posibilidades, y Él sólo puede ser glorificado y justificado por Sus criaturas a través del Libre Albedrío. El Proyecto Humano, iniciado en Adán, fue introducido a la Tierra y al Universo junto con el cual fue creado. Por la desobediencia de Adán, quien ejerció Su libre albedrío, la raza humana fue corrompida al pecado y la tierra fue entregada a la muerte, la esclavitud y el sufrimiento. Por lo tanto, debemos comenzar por comprender que este mundo es un mundo caído, y que la corrupción, la muerte y el sufrimiento que existen en el tiempo de hoy no fueron el Destino Planificado de Dios.
 
"He aquí, del SEÑOR tu Dios son los cielos, y los cielos de los cielos; la tierra, y todas las cosas que hay en ella." (Deuteronomio 10:14)

La dimensión de la Tierra y de este Universo es la dimensión de una Existencia llamada Primer Cielo, donde estamos nosotros. Por encima de esta Existencia está la Superexistencia, los Cielos de los Cielos, en varios niveles, o Eternidad, donde moran Dios, las familias ascendidas de luz y los ejércitos de ángeles victoriosos. La eternidad es el Universo que gobierna todos los Universos o mundos. Nos será muy difícil pensar en el tamaño de la gloria y el poder que habita en este lugar. Esta es la morada de los ángeles y el lugar de donde fue expulsado el Querubín rebelde. ¡La causa de la Existencia es la Superexistencia! Creemos que existimos plenamente, pero todavía estamos en una especie de "sueño existencial" en el que no podemos ver la plenitud de la realidad superior excepto bajo el poder del Espíritu Santo. Cuando un creyente salvo gana la batalla de la fe y deja este mundo (¡Solo puedes ser salvo si ganas y glorificas a Dios!), comienza no solo a existir, sino a Superexistir en la Superexistencia de la Eternidad, que es totalmente superior y trascendente de éste plano en el que vivimos. Quien ha vencido y partido este mundo no sólo existe, sino que está en una Superexistencia, incomparablemente más viva, más real, más excelente y más gloriosa que ésta, llena del Inefable Esplendor de la Morada de Dios. La buena noticia es que cuando alguien se entrega a Dios, recibiendo a Cristo, una parte de este maravilloso lugar ya está en el corazón de esa persona desde que aún vivía. Y mucho más que eso, Dios mismo viene a vivir ahora, con Jesús, en el corazón de todos aquellos que humildemente aceptan el Reino de la Luz a través del Conocimiento de la Verdad. Seguimos batallando en este mundo, por la Fe, confesando, obedeciendo y practicando la Palabra de Dios, resistiendo firmemente en las pruebas de fe y pruebas espirituales para la elevación de los sentidos ante las cuales estamos destinados a vencer, por la promesa, si tan solo perseverar en la obediencia y sumisión a la Voluntad Mayor, la de Aquel que nos sacó de las Tinieblas y nos transportó ya en vida al Reino de Su Magnífica Luz. Este mundo está caído, pero sabemos que Dios amó a todos los hombres y proveyó un Plan de Salvación y Redención, por medio de Jesús Su Hijo, el Nuevo Adán y Nuevo Matriz de la Humanidad Redimida, el Príncipe de Salvación para todos los que reciben y justifican a Dios por medio de la Fe en Su Nombre.

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