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lunes, 6 de junio de 2022

El Cordero de Dios

"El siguiente día ve Juan a Jesús que venía a él, y dice: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo." (Juan 1:29)
 
No puedes vivir en este mundo oscuro de conflicto y disputa sin adquirir conocimiento espiritual sobre la verdad de lo que está sucediendo aquí. No puedes dar tu corazón al mundo, ni invertir tu vida en la búsqueda de las riquezas y placeres fugaces de este tiempo presente. Este mundo es un mundo caído, pero ha sido contemplado por el amor de Dios y está en proceso de redención y salvación. Hay dos fuerzas que luchan en una lucha a muerte por el corazón de la humanidad y de cada persona nacida aquí individualmente. El plan de Dios para ti es que seas salvo, ganes la Batalla de la Fe y tengas vida en abundancia a través de Jesucristo Su Hijo. Pero es necesario empezar por entender que este mundo no es para ser amado, aquí es un lugar de un Gran Conflicto Espiritual, y una Etapa Transitoria a ser combatida, una Prueba Decisiva de Fe para toda persona que ingresa a esta Dimensión que es una Prueba Fundamentos y Experimento Divino para la Manifestación de la Fe y la Verdad de los Corazones. El gran problema del mundo no es el sufrimiento, ni la injusticia, ni siquiera la muerte. ¡El mayor problema en el mundo es el pecado! El gran mal que en un principio entró en la humanidad por medio de Adán, corrompió a toda su descendencia y trajo toda clase de calamidades, dolores, destrucción y miseria, terminando en la muerte. La Justicia de Dios se cumplió cuando le dio todo a Adán, y éste despreció la protección divina a cambio de una oferta mentirosa que no le serviría de nada. Se despreciaba la bondad, la protección, la providencia, la felicidad, la gracia y la vida plena de Dios. La Justicia de Dios fue herida. No había nada que hacer por el hombre sino entregarlo a su infeliz elección: la pena de muerte y destrucción. Pero fue precisamente allí que Dios anunció un Plan de Salvación que había sido determinado desde antes de la Fundación del Mundo, la Providencia de un Sustituto, para morir por los pecados del mundo y salvar a todos los que aceptaran Su Ofrenda de Gracia. Cuando los ángeles y las miríadas del Cielo consultaron entre sí, no encontraron a nadie digno de descender al mundo y rescatar al hombre. Luego hubo lágrimas en los párpados de la Creación y de los Universos Superiores. Pero he aquí, de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Dios nos envió a Jesús, su Hijo Amado, para que al fin seamos salvos y tengamos vida eterna. Jesús, el Cordero de Dios, vino a este mundo caído y encontró un lugar lleno de sufrimiento, tristeza, incredulidad, odio y esclavitud. Habiendo nacido en la carne, completamente hombre, pero santo y perfecto, por el Espíritu Santo, y siendo también completamente Dios, fue capaz de reemplazar al hombre en el Justo Juicio de Dios por el pecado, que se había apoderado del mundo, cuyo juicio es el muerte, y así traer la Salvación a todos los Elegidos, aquellos que humildemente la reciben por fe en sus corazones. Jesús vivió la vida perfecta, anunció el Evangelio de la Paz al mundo e inició el Reino Interior de Dios sobre los que creen. Y habiendo consumado el Testimonio de la Verdad, dio Su Vida como ofrenda de expiación a Dios, derramando Su Sangre Inmaculada y sufriendo por nosotros, y en nuestro lugar, el Justo Juicio del Pecado: La Muerte, satisfaciendo así el Justo Juicio Eterno de Ira de Dios, en Su Cuerpo, en nuestro lugar. Él es el Cordero de Dios sacrificado, Inocente, Inmaculado, Puro y Santo, que quitó el Pecado del mundo. Y después de haber consumado todas las cosas, y habiendo cumplido la Palabra de Dios, y habiendo conquistado todos los poderes de todos los principados, potestades, dominios espirituales y tronos, y habiendo quitado el pecado por Su Sacrificio Perfecto, habiendo obtenido expiación por los pecados del mundo, y consumada la Perfecta Redención, resucitó Victorioso sobre la Muerte para nuestra Eterna Justificación. Y he aquí, Él vive y reina por los siglos de los siglos al lado de Dios. Habiendo sido declarado Príncipe de los Ángeles y Señor de todo, y de toda criatura en el Cielo, en la Tierra y debajo de la Tierra. Y toda rodilla se doblará ante Él, y toda lengua le confesará Señor para gloria de Dios Padre. Habiéndose hecho único y suficiente Mediador entre Dios y los hombres, Sumo Sacerdote e Intercesor de todos los que creen, sujetándose al Reino de Dios Padre. Y ahora Dios manda a todos los hombres, de todos los pueblos, tribus, lenguas y naciones, que se arrepientan para que puedan recibir el perdón y la remisión de todos los pecados cometidos en el tiempo de la ignorancia, porque Misericordiosamente y Perfectamente Paciente fue Dios con todos mientras aún se estaban desintegrando en la depravación, inmoralidad y asesinatos que cometieron mientras no conocían la Palabra de Luz. La salvación es dada, por medio de Jesucristo, a todos y sobre todos los que creen en el Testimonio de Su Primera y Gloriosa Venida y Manifestación en el Mundo.

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