El Señor es el Único Dios, y Él no deja de ser el Dios Supremo mismo de este mundo temporal. Nada pertenece al Enemigo excepto la mentira. Todo pertenece al Señor, el Rey del Cielo, el bien y el mal, la vida y la muerte, este mundo caído y los mundos superiores. No quiere decir que debamos amar esta vida pasajera y poner nuestro corazón en un mundo destinado al fuego, mucho menos que debamos amar al mundo, sino que debemos poner nuestro corazón en el Reino de Dios que ya está presente dentro de nosotros y que también debe venir en plenitud. Sin embargo, aunque esta vida es sólo una prueba de fe y una prueba para la eternidad, Dios sigue siendo eternamente Dios, incluso en esta tierra, y estará siempre dispuesto a ayudarnos, a socorrernos y a darnos la victoria en todas nuestras tribulaciones que pasamos aquí. Hay un solo Dios, y Él es el mismo eternamente. A pesar de que el Reino de las Tinieblas domina el mundo de los incrédulos, Dios sigue siendo el Dios Único sobre todo, de eternidad en eternidad, sobre los mundos superiores y también sobre este mundo caído. Sólo el Señor es Dios, ayer, hoy y en toda existencia venidera, y puede ayudarnos perfectamente y hacernos vencedores, en Cristo Jesús, desde hoy en este gran bautismo de fuego hasta el futuro de la verdadera vida de gloria eterna y inmortalidad en los Cielos nuevos y la Tierra nueva que espera a los que creen en la verdad.
"dijo: SEÑOR Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de ti de todo su corazón;" (1 Reyes 8:23)
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